Hoy la ciudad se pronuncia muda
como después de escuchar una historia de ultratumba.
Hoy la ciudad derrocha silencio
mientras, sin voz, todos vemos como, paso a paso, se derrumba.
La algarabía, la muchedumbre y el exasperante tráfico se disipan,
apabullados por una calima proveniente del mismísimo infierno.
Hoy la ciudad no ríe, ni grita, ni llora.
Nada más se arropa bajo el silencio.